Mitos y Leyendas
La caída de Suria
Las Guerras de Magia
La Incursión Femoriana
La Alianza Negra
Las Armas Feéricas
 
Sobre los Vampiros

 

Tal como nos cuenta la Dama Eyrien, de los Vampiros se sabe poco. Ni siquiera ellos mismos, por su voluntad innata de dejar el pasado atrás, se han preocupado de saber dónde y cuando está su origen. Incluso es posible que el primer Vampiro habite todavía los Dos Continentes, aunque le importe poco tan extraordinaria característica.

Casi indestructibles, ni vivos ni muertos, los vampiros adornan el mundo como la versión oscura, siniestra, amenazadora de los elfos. Físicamente se parecen bastante a los Altos humanos, aunque sus habilidades y aptitudes. Aunque cuesta diferenciarlos de los más hermosos de los Altos humanos, los vampiros, tanto los íncubos como las súcubos, suelen tener los ojos grises y negros, y tienden a no simular que respiran, así que si uno se fija puede ver que no hay movimiento en su pecho. De manos largas y finas, miembros esbeltos y actitud relajada, los vampiros esconden bien su fuerza sobrehumana, su velocidad élfica y una destreza natural para las armas comparable a la de los Altos Feéricos.

Pocos seres hay más hermosos, ni más peligrosos que los vampiros, a excepción de los elfos. Para muchos humanos, Altos y Bajos, ni siquiera existen, encontrándose únicamente para ellos en los cuentos de miedo o de amores trágicos. Porque si uno de los pocos mitos que los humanos cuentan sobre los vampiros es cierto, es el de su profundo atractivo y su capacidad de seducción. Los Vampiros se gustan poco entre ellos en lo que a mantener relaciones sentimentales se refiera. Prefieren como parejas a elfos e incluso humanos, pues se sienten atraídos por su vulnerabilidad, su calidez, el susurro acompasado de su respiración y el rítmico y seductor latido de sus corazones, que habla de vida, de sangre. Sin embargo poco les duran sus parejas a los Vampiros si no pertenecen a su especie, porque tarde o temprano acaban matándolas. El olor de la sangre, intenso en su cercanía, hace que el hambre acabe venciendo al amor, para el que los vampiros, como en todo lo demás, son bastante superficiales.

Los humanos, pese a tan aterradora amenaza que pulula muchas veces en sus ciudades, pueden sentirse relativamente a salvo. Pues los vampiros tienen en los elfos a su presa natural y más ansiada. De ellos extraen sangre, pero también magia, haciéndose más poderosos por cada presa feérica que matan. También tienen en los elfos a sus parejas preferidas, pese a que pocos se dejen seducir por ellos, pues de su unión tan sólo nacen vampiros, con los poderes de sus progenitores elfos. Por ello los elfos temen a los íncubos, sus depredadores naturales, y los rehuyen y los atacan si es necesario. La silenciosa batalla entre elfos y vampiros era ya eterna, la máxima expresión de la lucha entre el bien y el mal. Pero todo ser siente la tentación por la oscuridad, y a ello deben su existencia seres como Ashzar, que no saldrá fácilmente de la vida de la Dama de Siarta...

(Este apartado se actualizará tras la publicación del segundo libro, cuando sepamos más de los Vampiros).

 


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